Jugado en Playstation 5

Logo del videojuego 'Dragon's Dogma 2' con dragón rojo y nombre en letras doradas y rojas.

Tras sumergirme en el mundo de Dragon’s Dogma 2, lo probé en PlayStation 5 y la experiencia resulta tan fascinante como irregular. Se trata de un ARPG ambicioso, lleno de ideas emergentes y momentos memorables, aunque también repleto de decisiones técnicas y de diseño que frenan su potencial. Un juego incomprendido: fascinante en chispa, frustrante en ejecución.

Música: ambiente inmersivo pero olvidable (6/10)

La música acompaña con adecuación las escenas épicas y los entornos fantásticos, reforzando atmósferas y momentos de tensión, pero no deja melodías que se arraiguen en la memoria. Cumple su función ambiental sin destacar especialmente en cuanto a composición emocional o memorable.

Historia: premisa sólida, desarrollo errático (6/10)

La narrativa arranca fuerte: encarnas al “Arisen”, un héroe marcado por un dragón que te obliga a cazarlo. Te adentras en una geopolítica entre Vermund y Battahl en un mundo paralelo amplio y vivo. Sin embargo, la fuerza de los inicios se pierde en tramas secundarias dispersas y misiones que tienden a la repetición. Aunque hay momentos divertidos, el desarrollo carece de coherencia a largo plazo.

Rendimiento: poderosa visión técnica con tropiezos (6/10)

Visualmente, Dragon’s Dogma 2 impacta: mundos extensos, entornos destructibles, ciclo día-noche y vocaciones variadas se ven y se sienten ambiciosos. Pero todo viene con un costo: la IA errática de tus Peones, caídas de FPS, cámaras erráticas y escalada de dificultad mal calibrada empañan la experiencia en consolas como PS5 y Xbox Series X.

Jugabilidad: mecánicas originales, pulidas solo a medias (6/10)

El punto fuerte sigue siendo el combate: visceral, emergente y con física impactante que permite encaramarte a monstruos, lanzar misiones imprevisibles, y combinar vocaciones con fluidez. El sistema de Peones ofrece una interacción social única y estratégica. Sin embargo, el juego también presenta disonancias: intentos de sigilo mal implementados, secciones de plataformas torpes, y una curva de progresión que depende demasiado del “grind” de misiones genéricas.

Conclusión

Dragon’s Dogma 2 es una experiencia profundamente ambigua. Hay una chispa creativa en su diseño de combate, vocaciones, mundo vivo y sistema de Peones. Sin embargo, esta energía se ve contrarrestada por una ejecución técnica irregular, misiones repetitivas y dificultades de balance. Capcom recupera el espíritu de culto de la saga, pero lo deja medio esculpido: fascinante pero incompleto.

Calificación Final: 6