Jugado en Playstation 5

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Explorando esta precuela medieval del Slayer —probada en una consola PlayStation 5— Doom: The Dark Ages ofrece una experiencia intensa y brutal, combinando el frenético ritmo clásico de la saga con mecánicas estratégicas y una ambientación oscura que revive la tradición pero sin grandes riesgos innovadores.

Música: explosiva y épica, pero poco memorable (7/10)

La banda sonora mantiene el tono característico de Doom, con una línea potente de heavy-metal y temas orquestales que acentúan la batalla demoniaca. Si bien complementa eficazmente la violencia desenfrenada, no llega a destacar por originalidad o impacto emocional profundo.

Historia: efectiva pero limitada (7/10)

Como precuela ambientada en un reino medieval asediado por el Infierno, el juego añade un contexto narrativo mayor que en entregas anteriores, con un Slayer forjado como la última esperanza de la humanidad. Es más desarrollada en cuanto a cinemáticas y trasfondo, pero su cierre, especialmente por su conexión tenue con Doom Eternal, deja una sensación de conclusión algo inconclusa.

Rendimiento: sólido, pero con reservas en PS5 (7/10)

En general, el rendimiento en consolas es estable, aunque las versiones de PlayStation 5 y PS5 Pro muestran caídas ocasionales de FPS durante combates exigentes, especialmente en comparación con Xbox Series X, que se mantiene más fluido. Aun así, el desempeño es mayormente consistente y cumple con lo esperado de un título triple-A.

Jugabilidad: visceral y divertida, aunque reciclada (7/10)

La inclusión del parry con el escudo (Shield-Saw) refresca el combate al introducir una capa táctica que pide dominar el ritmo del duelo, aunque el sistema puede sentirse fácil y repetitivo tras dominarlo. Las secciones con dragón y mecha ofrecen variedad, pero su integración es desigual y no siempre encaja con la energía letal del gameplay base. En su conjunto, aunque el núcleo de la acción demuestra su potencia, la innovación escasea.

Conclusión

Doom: The Dark Ages cumple con lo que promete: acción brutal, ritmo frenético y un Slayer imparable en un escenario medieval que amplía ligeramente la fórmula de la saga. Sin embargo, más allá de sus novedades como el parry con escudo o las secciones con dragón y mecha, no logra reinventarse ni alcanzar el impacto de entregas anteriores. Su música acompaña, pero no trasciende; su historia añade trasfondo, aunque se queda corta; y el rendimiento en PlayStation, pese a ser estable, muestra algunas limitaciones frente a la competencia. En definitiva, es un título que asegura diversión y adrenalina para los fans de la saga, pero difícilmente será recordado como una evolución real. Con un promedio de 7/10, se queda como una experiencia sólida, intensa, pero no imprescindible.

CALIFICACIÓN FINAL: 7